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Lealtad Divina: Reflexiones sobre el Abandono y el Crecimiento Espiritual

No todos los que se van de nuestro lado son desleales; a veces, su alejamiento es una muestra de lealtad silenciosa. En lugar de victimizarnos por el abandono, es esencial examinar nuestra conducta en las relaciones.

A veces, nos sorprende la falta de conocimiento sobre aquellos que nos rodean. Sin embargo, más a menudo, es nuestra propia falta de autoconocimiento lo que nos vuelve incomprensibles para los demás.

El dolor de la partida de seres queridos es profundo, pero con el tiempo, descubrimos que la divina agenda de Dios puede contener separaciones necesarias. Aunque las lágrimas fluyan, eventualmente, una sonrisa aflora al recordar el crecimiento experimentado en medio de la fricción.

La asignación de culpa entre ellos y nosotros es trivial frente al imperativo de crecer en el proceso. La gracia de Dios se extiende a todos, recordándonos que, independientemente de las circunstancias, siempre hay espacio para el crecimiento espiritual.

En este viaje, hay momentos de restauración, pero también de alejamiento. Siempre existe el tiempo de sanar. Oremos por aquellos que se han alejado y también por quienes hemos dejado atrás. Encomendémonos a la oración, como sugiere Juan 17.9: «Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos».

En última instancia, la lealtad divina nos guía en medio de las transiciones, recordándonos que cada encuentro y despedida forma parte de un plan más grande que trasciende nuestra comprensión humana.