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La Doble Cara de Predicar: Vocación y Desafíos

En el camino de la fe, ser un predicador es asumir un rol cargado de amor pero también de pruebas. Tomar el micrófono para compartir la verdad del Evangelio es una decisión que trasciende lo terrenal y se arraiga en lo espiritual, enfrentando persecuciones y desafíos inimaginables.

Predicar con sinceridad a menudo conduce a traiciones inesperadas y a la indiferencia de aquellos a quienes se ha ayudado desinteresadamente. A pesar de los milagros presenciados, los predicadores pueden ver sufrir a sus seres queridos sin el consuelo de un milagro para ellos.

La labor desinteresada y el sacrificio personal raramente son reconocidos o valorados, y el mensaje de amor y corrección puede ser motivo de rechazo y envidia. Sin embargo, recordamos que este camino se elige por una vocación divina y un amor profundo por lo que Dios ama: las almas.

Mateo 5:11,12 nos recuerda que ser perseguidos por predicar la verdad es motivo de bendición y alegría, pues nuestro galardón es grande en los cielos, siguiendo el legado de los profetas.