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Permaneciendo en la Voluntad de Dios: Un Acto de Sabiduría Eterna

En el libro de 1 Juan 2:17, se nos recuerda: «El mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre». Esta afirmación resuena a lo largo de las eras, recordándonos la importancia de alinearnos con la voluntad divina en lugar de perseguir efímeras ambiciones terrenales.

La historia de Lot, narrada en el antiguo relato bíblico, es un claro ejemplo de esta verdad espiritual. Lot y su familia fueron advertidos de la inminente destrucción de la ciudad en la que vivían. A pesar de recibir esta clara advertencia divina, Lot dudó y, en un acto de aparente insignificancia, miró hacia atrás mientras huía, perdiendo así su salvación y bendición.

Este relato nos enseña que obedecer la voluntad de Dios es más que un simple acto; es un compromiso con la sabiduría eterna. Al mirar hacia atrás, Lot permitió que sus deseos terrenales y su apego al mundo prevalecieran sobre su fe en la guía divina. En ese momento crucial, perdió la oportunidad de aferrarse a la promesa de salvación y bendición que Dios le ofrecía.

En la vida cotidiana, también enfrentamos decisiones que pueden parecer insignificantes pero que tienen un profundo impacto espiritual. ¿Seguiremos nuestros propios deseos terrenales o nos someteremos a la voluntad de Dios? La respuesta a esta pregunta determina nuestro destino eterno y nuestra verdadera bendición.

Como la Primera Iglesia de Dios Pentecostal Misión Uno INC enseña, la verdadera sabiduría reside en reconocer la transitoriedad del mundo y en buscar la voluntad de Dios en todas las cosas. Al hacerlo, nos aseguramos de permanecer arraigados en la verdad eterna, recibiendo la bendición y la salvación que solo provienen de una vida en comunión con Dios.

En última instancia, que nuestra respuesta sea siempre un humilde reconocimiento: «A Dios sea la gloria», pues solo en Él encontramos la plenitud de vida y la eterna seguridad que anhelamos. Que este relato de Lot nos inspire a buscar constantemente la voluntad divina en nuestras vidas, sabiendo que solo en ella encontramos verdadera paz y bendición perdurable.